Desde el viernes 6 de junio, miles de personas han salido a las calles de Los Ángeles para protestar tras las masivas redadas migratorias autorizadas por el presidente Donald Trump. Las acciones de ICE (Immigration and Customs Enforcement) se saldaron con más de 100 arrestos y generaron fuertes choques entre manifestantes y fuerzas federales en varios puntos de la ciudad
El viernes comenzó la movilización en el Distrito de la Moda y en un Home Depot, lo que desencadenó enfrentamientos con gases lacrimógenos, pelotas de goma y granadas aturdidoras según registros oficiales. El sábado y domingo, las protestas se expandieron a Paramount y Compton, con bloqueos de vías, incendios de basura y daños a vehículos —incluidos taxis autónomos Waymo— además de arrestos adicionales.
Para contener la situación, Trump desplegó 4 000 miembros de la Guardia Nacional y 700 marines bajo órdenes federales, eludiendo al gobernador Gavin Newsom y provocando una demanda del estado por uso inconstitucional de las fuerzas militares. Ayer se autorizó el despliegue de otros 2 000 efectivos adicionales.
Las autoridades locales, incluida la alcaldesa Karen Bass, han denunciado el uso excesivo de fuerza militar. Bass señaló que la mayoría de las manifestaciones son pacíficas y criticó que el recurso militar ha sido innecesario. El gobernador Newsom calificó la acción de “una violación de los protocolos establecidos” y presentó una demanda federativa para detenerla.
Pese al despliegue, amplios sectores de la ciudadanía siguen movilizándose en defensa de los derechos de las comunidades inmigrantes. Representantes sindicales como David Huerta —detenido durante los operativos— se han convertido en símbolos de este movimiento. Asimismo, la protesta se ha convertido en un acto simbólico de resistencia, con la bandera mexicana ondeando entre los presentes, y ha inspirado marchas de solidaridad en otras ciudades como Omaha, Austin y Seattle .
En paralelo, se investiga el hallazgo del cuerpo de un hombre en el centro de Los Ángeles, cerca de zonas afectadas por saqueos, aunque todavía no se confirma su relación directa con las protestas o disturbios.
El desarrollo de estas protestas ha reabierto un intenso debate público en Estados Unidos sobre el uso militar en operaciones de control civil, el poder federal frente a los derechos de los estados, y el futuro de las políticas migratorias en un país profundamente dividido.
