Hiroshima, 6 de agosto de 2025 – En una ceremonia solemne celebrada en el Peace Memorial Park, la ciudad conmemoró hoy el 80.º aniversario del bombardeo atómico del 6 de agosto de 1945, que destruyó gran parte del centro urbano y causó decenas de miles de muertes inmediatas.
Cerca de 55 000 personas, entre ciudadanos de Hiroshima, sobrevivientes (“hibakusha”) y representantes de 120 países, se reunieron para rendir homenaje. A las 8:15 a. m., hora exacta de la detonación del bombardeo, se observó un minuto de silencio. Emocionó también la tradicional liberación de palomas blancas y mensajes de paz depositados en el cenotafio memorial.
El alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, lanzó un firme mensaje global: ante el creciente respaldo internacional al concepto de disuasión nuclear —especialmente frente a las crisis actuales en Ucrania y Oriente Medio— instó a los líderes mundiales a renunciar a las armas nucleares y a evitar caer en una escalada militar que ignore las lecciones del pasado.
Los sobrevivientes del bombardeo, ahora con una edad promedio superior a los 86 años, expresaron preocupación por el aumento de la normalización del armamentismo nuclear. Varias voces, incluida la organización Nihon Hidankyo, galardonada con el Nobel de la Paz en 2024, reafirmaron la urgencia de impulsar un compromiso real hacia el desarme.
En su intervención, el primer ministro Shigeru Ishiba reiteró la adhesión de Japón a sus tres principios no nucleares (no poseer, no producir y no permitir armas nucleares en su territorio), aunque mantuvo la dependencia bajo el paraguas nuclear estadounidense y no respaldó formalmente el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares de 2021.
El secretario general de la ONU, António Guterres, también se sumó a los reclamos por el desarme, advirtiendo que las bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki no deben considerarse herramientas políticas válidas nuevamente.
Asimismo, el Papa Leo XIV criticó fuertemente la doctrina de la disuasión nuclear, calificándola de “seguridad ilusoria” y apelando por un diálogo fundado en la justicia, la fraternidad y el rechazo a la violencia nuclear.
Con menos de 100 000 hibakusha aún vivos y enfrentando el paso del tiempo, este aniversario se considera posiblemente la última gran ocasión en que tantos supervivientes puedan contar directamente los horrores de la guerra y advertir sobre las armas atómicas. La ciudad añadió también más de 4 940 nombres al registro de víctimas fallecidas en el último año, elevando el total atribuido a Hiroshima a casi 350 000 personas.
Este evento marcó un punto de inflexión: no solo una jornada de recuerdo, sino también un llamado colectivo a un futuro sin armas nucleares.