Los incendios forestales en Los Ángeles han dejado al menos 11 muertos y más de 180,000 evacuados, mientras las autoridades luchan por contener las llamas que han destruido miles de estructuras.
Los Ángeles enfrenta una crisis sin precedentes debido a múltiples incendios forestales que han devastado la región en los últimos días. Las llamas, avivadas por los fuertes vientos de Santa Ana y condiciones de sequía extrema, han obligado a la evacuación de más de 180,000 personas y han causado al menos 11 muertes confirmadas.
El incendio más destructivo, conocido como «Palisades», ha arrasado más de 6,800 hectáreas en la zona costera entre Malibú y Santa Mónica, destruyendo al menos 1,000 estructuras y convirtiéndose en el más devastador en la historia del condado de Los Ángeles.
La situación se ha visto agravada por la falta de agua en las bocas de incendio, lo que ha dificultado las labores de los bomberos. Según el Departamento de Agua y Energía de Los Ángeles, los tanques destinados a abastecer estas bocas se vaciaron rápidamente debido a la alta demanda y a la infraestructura insuficiente para enfrentar incendios de esta magnitud.
Las autoridades han declarado el estado de emergencia y han desplegado más de 1,400 bomberos para combatir las llamas. Sin embargo, los recursos se encuentran al límite, y los servicios de emergencia están al máximo de su capacidad.
La comunidad internacional ha expresado su solidaridad con Los Ángeles, y se han habilitado refugios para los desplazados, así como centros de acopio para recibir donaciones. Las autoridades instan a la población a mantenerse informada, seguir las órdenes de evacuación y tomar precauciones ante la mala calidad del aire en la región.
Este desastre ha reavivado el debate sobre la necesidad de invertir en infraestructura crítica y en medidas de mitigación del cambio climático para prevenir futuras tragedias de esta índole.