Cientos de manifestantes, en su mayoría jóvenes, marcharon este viernes por la tarde en las colonias Roma, Condesa y Polanco para protestar contra el alza desmedido de rentas y el desplazamiento de residentes provocado por la gentrificación. Si bien la manifestación comenzó de forma pacífica, derivó en actos violentos cuando un grupo de encapuchados vandalizó comercios, destrozó vitrinas y lanzó consignas xenófobas contra los extranjeros presentes.
Los manifestantes exigían que se imponga una regulación más estricta al turismo y a plataformas como Airbnb, y que se creen leyes enfocadas a frenar el incremento de las rentas en zonas históricas. Algunas de las pancartas decían “gringos, dejen de robarnos la casa” y “vivienda digna para CDMX”. Los disturbios alcanzaron restaurantes, tiendas de ropa, cafeterías y mobiliario urbano, con al menos 13 inmuebles afectados y más de 30 fachadas pintadas con grafitis xenófobos — frases como “Fuera de México” y “Aquí se habla español” fueron pintadas sobre los vidrios rotos.
La protesta culminó con una movilización frente a la embajada de Estados Unidos, donde se registró una fuerte presencia policial y sirenas encendidas mientras los manifestantes y agentes se dispersaban.
Reacciones y contexto
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Autoridades capitalinas calificaron los actos violentos como expresiones de xenofobia y lamentaron los daños a comercios y patrimonio local.
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Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX, condenó enérgicamente los actos de odio hacia extranjeros, defendiendo que México es “un país abierto al mundo” y exhortó al diálogo entre manifestantes y autoridades.
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Académicos y activistas, como Viri Ríos, defendieron la legitimidad de la marcha en tanto protesta contra la crisis de vivienda en la capital, aunque criticaron que el discurso no debe dirigirse contra los extranjeros sino enfocarse en cambios estructurales del mercado inmobiliario.
¿Por qué ocurrió?
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Desde 2020, la llegada de nómadas digitales y turistas amplió la oferta de alquiler a corto plazo, elevando los precios en zonas históricas y desplazando a la población originaria.
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Se estima que CDMX enfrenta un déficit de hasta 800 000 viviendas, con miles de familias obligadas a reubicarse en la periferia por la imposibilidad económica de permanecer en el centro.
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Protestas similares han ocurrido en otras capitales del mundo, como Barcelona y París, donde se exige freno al turismo masivo en favor de los residentes locales.
Este movimiento plantea la urgencia de replantear políticas urbanas que garanticen vivienda asequible para los residentes tradicionales y reduzcan la especulación inmobiliaria, sin caer en actitudes xenófobas o violentas. Si deseas, puedo profundizar con entrevistas, cifras de desalojo o propuestas específicas de ley.